Centre de documentació històrica de La Garriga

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Entrevista a Genoveva Cuevas, Ana Cuevas i Basilia Rubio (2009)

Cognoms
Rubio
Cuevas
Cuevas
Nom
Basilia
Ana
Genoveva
Data de naixement
---
---
17/02/1926
Lloc de naixement
Arroyo de los Falcos (Jaén)
Hornachos (Badajoz)
Hornachos (Badajoz)
Soundcloud o Youtube

- Pues yo les iré haciendo como preguntas abiertas, me van contestando, pues lo que vosotras sentíais, lo que vosotras pensábais en ese momento, ¿os parece bien? Primero de todo lo que sí me gustaría es que se presentaran, me dijeran de dónde son, me decís lo que queráis de vosotras, y qué representa para vosotras La Garriga.
ANA: Ahora todo porque es nuestro pueblo ya.

- Pues que empiece ¿cómo se llama usted? Ana, pues venga Ana, empieza usted
ANA: Venga, ¿qué tengo que decir? Pues pregunta.
GENOVEVA: ¿Cuándo viniste?
ANA: Bueno, me presento.
GENOVEVA: Sí, exacto...
ANA: Me llamo Ana, vengo de Extremadura, me llamo Ana Cuevas, llegué aquí de Extremadura, de Badajoz, de un pueblo que se llama Hornachos. Entonces yo, claro, venía aquí con la confianza de que tenía a mi hermana, no vine a ciegas, porque es diferente que digas, me vengo a un sitio donde no conozco a nadie, porque yo no había salido del pueblo nunca. Entonces vine aquí, mi hermana me recogió con los brazos abiertos como es muy natural, ya me tenía trabajo y bueno yo llegué a la estación de Francia, y yo, me parecía que estaba en otro mundo porque yo eso no lo había visto (risas) porque entonces era cuando la emigración, la gente se iba a Alemania, a mí... me sobrecogió mucho porque yo oí que iba una expedición a Alemania que iba la Guardia Civil, entonces la Guardia Civil, cuando se ponía aquellos tricornios y aquellas cosas pues la verdad que te motivaba mucho.

- ¿Qué época era más o menos?
ANA: Era el 59 cuando yo llegué aquí y entonces, pues claro, aquellos hombres con aquellas maletas que yo no lo había visto nunca... vine aquí, me puse a trabajar, mi hermana ya me tenía el trabajo... me puse a trabajar en la Oris, en las hilaturas... y la primera semana que cobré, entonces era la peseta... a ver.

- Bueno, ahora llegaremos al tema del trabajo...
ANA: (Interrumpe y continua hablando)... pues claro, eso a mí me ilusionó mucho, cobrar la primera semana cuando yo no estaba acostumbrada a trabajar en el pueblo... y no había cobrado, no estábamos acostumbradas a trabajar... y aquí esto pues me gustó mucho y he seguido ilusionada siempre. Y claro eso me ilusionó mucho cuando yo no estaba acostumbrada a trabajar.

- ¿Y qué ha representado La Garriga en su vida?
ANA: En mi vida todo, porque yo La Garriga, a ver, de mi pueblo nací allí, pero mi pueblo es éste donde vivo. A mí la gente me ha acogido muy bien y me ha respetado muy bien, a ver, porque yo también lo hice. Y no he tenido complicaciones, he tenido buenos vecinos, buenos compañeros en el trabajo, mis hijos son nacidos aquí y claro ellos ya... esto es lo suyo, ¿no? Cuando vamos allí, vamos de visita, que cuando estás tres días irte a tu casa... aunque sea tu pueblo tu casa es donde vives... y la verdad que La Garriga para mí lo tiene todo, para mí parece que no hay otro pueblo.

- ¿Y usted?
BASILIA: Pues yo me llamo Basilia Rubio, vengo de un pueblo de Jaén, Arroyo de los Falcos, vine en el 66, traía dos hijos, mi mayor con 8 años, el pequeño con 5.

- O sea, que ya vino casada, ¿no?
BASILIA: Yo tenía 29 años cuando vine aquí, estaban mis padres, mis padres hacía 18 meses que habían venido, vine porque mi marido trabajaba en Francia y yo vine para estarme el tiempo que mi marido estaba en Francia y después de vacaciones pues irnos al pueblo, pero como me encontré aquí tan a gusto pues resulta que vino mi marido y aquí nos quedamos y que ya llevamos 45 años aquí.

- Muy bien. ¿Genoveva?
GENOVEVA: Soy Genoveva Cuevas, vine a la Garriga en el año 56, y en el 57 nació la Josefina, en el 61 nació Mario. Yo, La Garriga es un pueblo mío, no olvidando donde nací, por eso yo digo, tengo dos pueblos, donde yo nací y donde han nacido mis hijos, y como ha dicho antes mi hermana, me han acogido muy bien, me han respetado mucho, yo también, tenía la ayuda de la familia de Juana Guerrita, que ella me daba muy buenos consejos cuando nació la Josefina, pues yo estaba sola con mi marido aquí y ella me aconsejaba mucho.

- ¿Y por qué decidió venir a aquí a la Garriga?
GENOVEVA: Bueno, porque allí los años que eran malos, no como ahora que el gobierno ayuda, ¿no? entonces no había ayuda y cuando venía un año malo pues si la cosecha no se cogía pues te tenía que empeñar. Luego lo tenías que pagar. Y cuando tuve el primero que lo tuve allí en Hornachos pues tuve muchos gastos porque no vino bien y claro pues dijimos bueno...

- ¿El primer hijo, no?
GENOVEVA: Se me sintió a los 12 días, ya quedamos el matrimonio solo, entonces había aquí uno de mi pueblo y nos dijo que nos viniésemos. Bueno, pues consultamos el matrimonio y bueno... pues nos vamos. Ganamos un dinerito porque allí las mujeres no trabajábamos, allí donde trabajamos mi hermana y yo era en el taller de encaje de bolillos que es lo que hacemos aquí, que enseñamos, y este fue el motivo de venirnos. Y desde que vine no he vuelto a mirar el cielo, que allí, si llovía mucho la hierba se comía la... si no llovía se secaba y siempre mirando al cielo. Y desde que vine aquí, el año 56, vine con 30 años y Josefina nació en el 57 y tengo 83, así que tengo más vida aquí que allí.

- ¿Se acuerda de algo del viaje?
GENOVEVA: Uy! Del viaje, madre. En un tren que echamos 3 días.

- ¿Sólo un tren o cogieron más de uno?
GENOVEVA: Bueno... salimos... en Mérida cogimos el tren, de mi pueblo a Mérida fuimos en un autocar, luego cogimos el tren hasta Madrid, en Madrid tuvimos que pasar noche y al día siguiente cogimos el otro tren que salía a las 10 de la noche. Estuvimos toda la noche y parte del día, total cuando llegabas a la Garriga era otro día, era de noche.

- ¿Suponía mucho gasto el viaje?
GENOVEVA: Uy, entonces aquí cuando se llegaba a la estación de Francia tenías que tener un familiar que respondiese por ti, porque no todo el mundo podía venir.

- ¿Cómo es eso?
GENOVEVA: Pues mira, eso, si tú llegabas a la estación de Francia, entonces la estación de Sants no existía, pues allí si te cogía la Guardia Civil te detenía, a no ser que tuvieses un conocido o un familiar.

- ¿Que te acogiera aquí?
GENOVEVA: Sí, que estuviera en la estación de Francia esperándote, como yo fui cuando vino mi hermana y este amigo vino cuando nosotros nos vinimos.
BASILIA: Yo eso no lo sabía.
GENOVEVA: Sí, por entonces era así... porque eran unos años muy difíciles aquellos años, hombre era en el 56.
ANA: Casi en la posguerra sería...
GENOVEVA: Sí, claro, después, después de la posguerra porque ya en la posguerra fue cuando pusieron el taller de encajes de bolillos allí en mi pueblo y allí pues yo me puse con 14 años hasta los 30 años que me vine porque yo cuando me casé seguía haciendo... para aquí para Barcelona, lo que pasa que en Barcelona no se quedaba porque el guincho que hacemos nosotras es de mucho dinero y venían las extranjeras, lo mismo franceses que ingleses y los compraba, porque los bolillos son muy caros.

- ¿Y usted, Basilia, el viaje?
BASILIA: No, yo el viaje muy bien, porque nos vinimos en una furgoneta con un chaval de allí del pueblo, nos montamos allí en la puerta de casa y nos vinimos a bajar en la puerta donde mi padre estaba.

- ¿Cuántas horas estuvieron?
BASILIA: Pues estuvimos 14 ó 15 horas porque el chaval se iba parando pero vaya que el viaje se nos dio muy bien a nosotras. Pero mira lo que nos pasó, resulta de que en el número 7 vivían mis padres, en el número 6 vivía Ana Rosa la Rubio, como era Rubio también pues nosotros, claro, picamos en el número 6 en vez de en el número 7, salió la Rosa, decimos “¿es aquí donde vive Rubio?” Sí, sí, pasad, pero claro yo vi que aquella no era mi madre, digo, pero nosotros, es Numancio Rubio... y estaban acostados, eran las tres de la mañana, allí todo el mundo acostado, nos pasan a las habitaciones pero digo “éste no es mi padre ni ella mi madre”. Y digo, si es el número 7, entonces picamos en el número siete y entonces salieron mis padres. Pero nos pasó aquello a las tres de la mañana.

- Entonces usted se pasó a vivir a casa de sus padres.
BASILIA: Sí, sí. A casa de mis padres, porque estaban mis padres en la calle Anselm Clavé, luego ya cuando el Sánchez hizo el otro bloque entonces nos cambiamos pero con mis padres también porque era más grande el piso y luego estuvimos allí cuatro años y luego cuando estaban haciendo los pisos, que es cuando nos compramos el piso, ya, que ya llevamos... ¿cuánto Genoveva en el piso?... Pues del 70, desde el 70 estamos en el piso... ahí se han casado los hijos, ahí han tenido los nietos... y ahí estamos, así que con 29 años... y mira ya... pues más vida aquí que allá en el pueblo y...

- Ya se han acostumbrado a vivir aquí.
BASILIA: Claro, aunque mi pueblo no lo olvido, ¿eh? Quiero la Garriga pero...

- ¿Se volvería a vivir allí ahora?
BASILIA: No, porque tengo a mis hijos y mis nietos aquí, pero allí conservo mi casa, que vas y no parece que está cerrada parece que están viviendo porque me la cuidan muy bien, pero claro pero me gusta a temporadas, pero luego mis hijos y mis nietos... y a parte que en la Garriga me encuentro muy a gusto, porque esa es la verdad, ha crecido pero sigue siendo un pueblo. Hombre y ya llevo más años aquí que allí, soy más de aquí que de allí, pero aquello, pues me tira las temporadillas... que cuando llega la temporada ya tengo la pelusilla para irme.

- ¿Y usted Ana, que nos cuenta del viaje?
ANA: Pues ya te dije lo que me pasó o así, ¿ya lo he dicho no?

- Pero usted vive sola, ¿no?
ANA: Con mi marido, ¿no?

- ¡Ah! ¿Usted ya era casada?
ANA: Pero casada, que me casé el 4 de septiembre y llegué aquí el 14, vine de viaje de novios, mis hijos son nacidos aquí también, mi hijo tiene... ¿cuántos años tiene ahora? 48 ¿no? el Juan Pedro, el mayor, luego la otra, que tiene 44 y la pequeña que tiene 38, la Marta, ¿no? los tres claro, nacidos natural aquí, íbamos al pueblo... estábamos aquí, porque teníamos allí... nosotros vinimos también con la cosa de volvernos, como es natural... bueno pues hacemos un dinerito y después nos venimos, allí teníamos una huerta, pues ir cogiendo de aquí, irnos allí a vivir, pero como veíamos que la huerta no era sólo para vivir teníamos que... y eso que estaba en buen sitio y todo pero bueno... dijimos que no y ya nos vinimos para aquí, los hijos ya se hicieron grandes y dijeron “no, mi pueblo es este y nosotros de aquí no nos vamos”. Luego vendimos la huerta, la hemos vendido, otra cosa es que yo también he ganado aquí, yo me he hecho una casa, hemos trabajado mi marido y yo, yo vendí la huerta de mi pueblo y lo emplee aquí, a ver a cada uno lo suyo, luego mi suegro tenía algo, murió un hermano de mi marido que era soltero... cogimos un dinerito, cogimos dinero también de los suegros, todo para la casa, ¿eh? Yo vivo aquí, en la 46.
Mis hijos están aquí casados, mi hijo es el pintor del Ducto, el taller Ducto, mi hijo es el pintor allí, luego la otra vive en cruce de l’Ametlla, Montse Blanque, es escaparatista ella, y la pequeña se casó y se fue a vivir con él, es hijo único y viven allí, y ahora tienen el estanco de Pituita, se han cogido el estanco, así que ahora los tengo aquí que eso es bastante, tener los hijos cerca, a ver, yo cuando iba al pueblo lo que más me emocionaba, a mí lo que me emocionaba más de cuando iba al pueblo de vacaciones, ir ahí y dejar a mi madre atrás, cuando bajaba la calle que hacía un poco de cuesta no podía volver la cara porque, los ojos, no veía de lo que lloraba, que se quedaba mi madre, eso hasta que me instalaba aquí, y pasaban los días pero siempre me encontré a gusto aquí porque nosotros hemos sido siempre una gente luchadora... y nos gusta pues ganar para vivir bien, no estar “retira” de nadie si tú lo puedes hacer, aquí teníamos la fábrica, ganábamos, mi marido también, pues a ver, tu veías el premio y tu decías pues no, allí no, porque tú vas allí con 20 ó 30 de aquí, pero si no va a venir de otro lado pues es que te lo vas a comer, y ahora ya aquí, aquí ya es donde nos vamos a morir, mi marido está muerto desde hace 8 meses, y está aquí, mi madre la tengo enterrada aquí también, mi hermano también muerto, también enterrado aquí, quiero decir que la familia estamos toda, nos vamos a quedar.

- Ya son de aquí.
ANA: No, es que allí no tenemos familia ya, los hermanos somos todos aquí, mi marido, sus padres eran hijos únicos los dos, no tenían familia, así que al pueblo vamos 3 días y venga, otra vez para la Garriga, (risas) que bueno que yo mi vida la he hecho aquí, yo no se cómo me iba a ir allí, porque yo me casé y empecé a vivir aquí... no sé si me iba a ir bien o me iba a ir mal.

- ¿Cómo les recibió la gente de la Garriga?
ANA: Ah, muy bien, nosotros teníamos muy buenos vecinos, yo vivía en medio de Can José de Lorca y de Can Nicolás, que es lo que hablaba Genoveva...
Y bueno, fabuloso, nosotros teníamos nuestros hijos. Los tuvimos aquí que entonces estaba maternidad aquí, el hospital de maternidad, y ellos pues bueno, ibas y tenías que pagar, entonces ellos hablaron para que nosotros no pagáramos, porque ya nos lo decían... lo que decía mi hermana... ”vosotros habéis venido muy lejos de vuestro pueblo”... a trabajar y a esto pues no, y aquí estaba el centro... ¿cómo se dice ahora?... los que dirigen, los que dirigían el hospital,
BASILIA: ¿Un centro?... ¿Un ambulatorio?...
ANA: Bueno los que dirigían...
GENOVEVA: ¿Los socios?
ANA: No, tampoco se decía socio... pero bueno...
GENOVEVA: Sí, son socios...

- ¿Una fundación?
ANA: Bueno, digamos, lo que sea, entonces estos, los de San Nicolás eran los que participaban y eran los que nos arreglaron los papeles para que nosotros no tuviéramos que pagar y entonces estábamos 8 días allí.

- Y a usted Basilia, ¿cómo la recibió la gente de aquí de La Garriga?
BASILIA: Muy bien, ¿eh? Muy bien, muy bien, muy bien...
ANA: Yo creo que hay que comportarse y poner todos de su parte.
BASILIA: Por todos sitios, lo mismo andaluces, castellanos que catalanes, hay personas buenas y malas. Nosotros hemos tenido suerte, ¿eh? que personas buenas habrá andaluzas pero mejor que lo que nosotras hemos tenido, no, porque hemos tenido suerte... con todo el mundo, porque a mi madre, y si no que lo diga Genoveva, que mi madre eso era, pues si... estaba la Lula, iba la Quimeta la de Celler, y se ponía el Juan que si decían que era serio y eso, se ponía a merendar, señora Encarna, venga a merendar, que no que no me apetece, venga, que hay que comer, hay que alimentarse, y hacía que mi madre merendara con él.
ANA: Pues sí, el mundo es así, ¿no? Hay gente buena y hay gente mala.

- ¿El catalán fue algún problema algún momento?
BASILIA: De la gimnasia pues hizo una exhibición de kárate, sabes que en el pabellón el profesor de kárate... y era el coordinador de allí, bueno, pues luego él explicaba las cosas en catalán y entonces las compañeras como saben que yo no entiendo el catalán me decían Basilia te enteras de lo que está diciendo, pues no me entero, pues no me entero, yo me entero cuando lo dicen en castellano, en catalán no lo entiendo, entiendo alguna palabra suelta pero yo en la conversación no, no me entero.
ANA: Bueno, porque no ha habido problema.
BASILIA: Y mira que me gustaría, ¿eh? me gustaría, pero mira no me entra, no me entra el catalán.

- Pero nunca es tarde, ¿eh? aún hacen clases de estas gratuitas, nunca es tarde, nunca se sabe.
BASILIA: Pero yo ya tan vieja...
ANA: Mis nietas me dicen que no pongo la lengua bien porque a veces hablas algo y ellas dicen, yaya es que tú no pronuncias bien el catalán.
BASILIA: Y ya ves que mi nuera misma, porque está de profesora allí en el instituto en Granollers pues ella da clases de catalán también, o sea que ella tuvo que estudiar también el catalán y se tuvo que sacar el título de catalán... llevo yo más tiempo que ellos aquí.

- No lo has necesitado.
BASILIA: Pero me hubiera gustado aprenderlo, esa es la verdad pero hija mía si no me ha entrado...
ANA: Yo tenía una vecina que no sabía hablar el castellano y mira pues la entendía, a lo primero lo que pasa es que, la Teresa, el Marcelino aún, pero la Teresa, no sabía hablar nada de castellano, yo la tenía en frente y la mujer venía a mi casa y yo la entendía, vendía patatas, yo iba a comprarle, la lechuga, ay la lechuga, ahí si que hubo problemas, porque un encima, y qué es un “enciam”, y yo no lo sabía, porque las patatas más o menos, pero mira, nos entendíamos, no había problema y la gente hablaba catalán como ahora, los que lo querían hablar lo hablaban y los que no...

- Y luego, lo que es fuera del trabajo, los grupos de amistad y eso ¿qué eran, gente de aquí de la Garriga?
ANA: Tampoco teníamos mucho tiempo para ir a pasear, porque trabajábamos de noche, mi hermana y yo, de día la casa, los niños, la costura, que yo cosía, la gente no salía como ahora, tanto como ahora, no habían tantos grupos, después de todo éramos más pobres, los catalanes también, ¿eh? (risas) ¿Aquí coches qué? Si todo el mundo iba en bicicleta y caminando.

- Y luego un poco más mayores, en los años 70, cuando ya llevaban aquí bastante tiempo ¿hubo algún cambio? ¿notaron algún cambio?
ANA: El cambio de que ya se manejaba todo el mundo, ¿no? Manejábamos más, porque la vida ya... y el trabajo abrió esto... porque aquí en Cataluña se abrió esto... nosotros cuando llegamos tampoco había trabajo, yo me acuerdo con mi marido cuando llegamos no había trabajo y la calle Can Noguera, esa calle la han arreglado lo menos 20 veces, entonces estaba todo estropeado, estaba caído todo... y mi marido ya estaba allí pero yo al entrar en la Ori, que mi hermana entró en la Ori, el director de la Ori tenía el cuñado que era el Bartolomé que tú seguro no lo has conocido porque tú eras muy joven (risas) y el Bartolomé era el jardinero y entonces el director habló con su cuñado que mi marido trabajara con él porque no había trabajo aquí entonces, luego después en los años 70 se abrió, no porque ya no sé el que mandaba entonces, supongo que era el que dio la entrada para acá. Porque mi madre muchas veces decía “bueno, a ver, ¿por qué Franco ha abierto aquí y nos hace sacar todo del pueblo? pues... de nuestro pueblo, pues no nos hubiésemos tenido que ir, él sabría porqué lo hizo y claro, porque a ver, Extremadura... cada uno tiene lo suyo, ¿no?
Extremadura tiene muy buenos terrenos, allí se recoge muchísimo trigo, muchísimo campo hay, lo que pasa es que claro Extremadura ya lo sabéis vosotros, que está muy mal repartida. Que mira Galicia mismo, es un pueblo que mi yerno es de Galicia, bueno él no, sus padres, y todos tienen terreno, pero Galicia o Extremadura eran los grandes que había, nosotros nos habíamos criado en una casa de éstas... mi padre era el encargado de allí y nos críamos pues claro allí, allí bueno... en las dehesas que se les llama, pues de esta gente rica, pero de muy buena riqueza los terrenos, pero cada uno cría lo suyo, estos crían una cosa... por eso aquí está la industria, porque allí el campo era lo que más daba...

- Y luego a nivel de relaciones, o sea a nivel de... ¿vosotras notáis que las familias que venían aquí son diferentes a las familias de los catalanes? Por ejemplo, la gente de aquí tiene menos hijos, ¿la gente de allá de Andalucía y Extremadura tiene más, puede ser, eso? Genoveva, ¿tú qué piensas?
GENOVEVA: Pues que sí, que allí había más hijos que aquí.
ANA: Porque aquellos terrenos son más cálidos. (risas)

- A ver, a ver, ¿por qué no me lo explicáis?
GENOVEVA: Aquí la gente se movía más, el matrimonio iba al cine, que si al teatro, que se movían más. Aquí en la Garriga había dos cines, luego, cuando el Patronato, hacían teatro, y cine también. Pues claro se movían más y no tenían tantos hijos, y allí pues no se iba tanto al cine.

- ¿Y eso por qué?
ANA: Porque no había cine en nuestro pueblo.
GENOVEVA: Sí había cine, un primo nuestro...
ANA: Una temporada, pero cuando yo me vine ya no estaba.

- Bueno.
GENOVEVA: Había el cine, que fue el cine sonoro, que entonces el párroco lo que hacía era el cine mudo.

- Y cómo explicamos, ¿no? que la gente del sur tengan más hijos que los de aquí.
GENOVEVA: Pues en ese sentido. Mira, en Sevilla no tenían tantos hijos y un matrimonio fue, el marido era de Hornachos, y fue a visitar a su tío y le dice la mujer “¿cómo aquí hay tantos hijos?” Y le dijo “porque aquí no hay tanto cine como allí, allí nos vamos al cine y cuando venimos del cine tenemos ganas de acostarnos y de dormir.” (risas)

- Bueno, imagino que también debían haber otros motivos, supongo que la vida del campo es diferente.
GENOVEVA: Bueno, mira, entonces los antiguos no se daban cuenta, si tienes muchos hijos no los puedes traer como si tienes dos, como si tienes tres. Porque si a uno le faltan zapatos, si al otro el pantalón, si al otro el vestido... Y entonces no se daban cuenta de aquello.

- O sea, que entonces mejor el sistema de menos hijos, pregunto, ¿eh? No lo sé... ¿es mejor tener menos hijos?
GENOVEVA: Y tanto.
ANA: Pero tampoco tanto como se tienen ahora, porque la mujer yo creo, creo que tenía más salud antes que ahora.
GENOVEVA: No, pero no es por eso.
ANA: Sí señora, una mujer que ha tenido hijos tiene más salud que sin haberlos tenido y si no mira tu madre (dirigiéndose a Genoveva). Mi madre murió casi con 100 años sin haberla visto un médico y la mar de bien, y tuvo 13, ¿no? ¿tuvo mamá? vivimos 6 y murieron 5.
GENOVEVA: Once.
ANA: Once. Y mi madre de salud tenía mucha, mucha.
GENOVEVA: No, ¿sabes lo que pasa? Que tampoco uno se llevaba la vida tan ajetreada como se lleva ahora.
ANA: Es por tener menos hijos ahora, porque no hay tiempo.
GENOVEVA: No se llevaba tantos nervios, tuvo, por entonces, un hijo que fuese, vamos a poner, maestro de escuela, tenía que ser de una casa muy bienal si venía un año malo, tenía que vender una, de tierra, el padre para que el hijo siguiera el estudio y aquí os vinisteis, te pusisteis a trabajar y sabías que a la semana tenías tu sobre. Yo cuando me puse a trabajar en la boutique ganaba 200 ptas a la semana y no podía pararme el cuarto de hora a comer, porque íbamos a, porque hacíamos madeja y nos lo pesaban cuantos más kilos hacías más ganabas y aquella ambición de decir, bueno pues en vez de llevar 100 ptas a mi casa si llevo 200 pues será mejor, ¿no?

- ¿Y cómo hacían trabajando? ¿Con los hijos cómo hacían? ¿Cómo era la conciliación familiar y laboral?
GENOVEVA: Pues mira, mi marido empezó con el estómago, que por eso yo me puse a trabajar en la misma fábrica que estaba mi marido. Él echaba un turno, yo me puse a trabajar, yo echaba otro, ¿qué pasaba? Entonces no había guardería. En el camino nos cambiábamos la niña, y mi marido, al llegar, yo iba al turno de la mañana porque los amos dijeron pues su mujer que venga al turno de la mañana y así usted no coge el frío de la mañana para el estómago, como empezó con el estómago, bueno pues nos cambiábamos la niña en el camino y en la puerta de la fábrica. El director se enteró, el dueño, que vivían en Barcelona, llamaron a mi marido.

- Su marido se quedaba con la niña toda la mañana.
GENOVEVA: Claro, toda la mañana, para que él no tuviera que echar horas. Pues echábamos dos turnos porque él como empezó con el estómago, para que tuviera descanso.
Lo llamó y le dijo, José, usted espera a su señora en casa, usted tiene que entrar al turno a la una, su señora tiene que salir a la una, para usted entrar a las dos significará que entrará a la una.

- O sea, ¿le dejó hacer eso el jefe? ¿Sin pedirlo?
GENOVEVA: Sin pedirlo, se portaban muy bien, ¿Qué pasaba? Por entonces los jefes se portaban muy bien, hasta llevó el jefe a mi marido al médico de Barcelona para que yo no tuviera que salir yo con mi hija que era pequeña y salir en tren, y le dijo, José usted va a la oficina de Barcelona y yo lo voy a llevar a un amigo mío, sin interés ninguno.
Pero entonces cumplíamos con el trabajo, luego...

- ¿Pero en la época en que estuvo embarazada estuvo también trabajando? ¿O no trabajaba?
GENOVEVA: Sí, con mi marido en la fábrica.

- ¿Después de parir tuvo algún problema? ¿Cómo era esto de coger las fiestas?
GENOVEVA: Bueno.

- Bueno las bajas.
GENOVEVA: Cuando yo estaba de Mario pues me salieron las varices, aquí en las piernas, y tenía un dolor, entonces me decía el encargado, Genoveva cuando usted se canse usted se sienta y después de que descanse empieza otra vez a trabajar, esa consideración la tenían, lo que pasa que luego vinieron, como se ha dicho antes, que en todos los sitios hay gente buena y gente mala, gente que quieren abusar y gente que no. Yo quiero ganar y hacer mi trabajo, que no me tengan que decir nada, porque luego tú también pierdes, y claro empezó a venir gente, se echaban el trabajo atrás y claro abusaban y entonces fue cuando pusieron nuevo dueño, recto, pero cuando yo vine, los dueños no eran rectos.

- ¿Y pudo coger algún día de permiso maternal?
GENOVEVA: Bueno sí, cogían tres semanas antes y tres semanas después, o sea ni un mes, no, un mes y dos semanas.

- ¿Y le pagaron ese tiempo?
GENOVEVA: Sí, sí, ese tiempo sí te lo pagaban.

- ¡Ah! Está bien. ¿Y usted Basilia tuvo algún problema?
BASILIA: No porque yo como cuando vine ya tenía los hijos, me coloqué también en la fábrica de tejidos, trabajaba en el turno de la noche, salía a las 5:30 de la mañana, entonces ya le dejaba a mi hijo todo preparado, cuando ya era la hora de entrar al colegio, me levantaba, les ponía su leche, les ponía su desayuno los vestía y se iban al colegio.

- ¿Y cuándo dormía?
BASILIA: Pues dormía una chispa, me acostaba para luego, cuando iban a comer, a la una, tener la comida, o sea que... y entonces cuando ya la primera lavadora que me compré ya fue de turbina, que antes de eso lavando a mano pues llegaba, y los sábados particularmente, los sábados entrábamos a mediodía, entrábamos a la una y salíamos a las tres, porque entonces echábamos esas horas nada más porque nos dejaban para que luego fuéramos el domingo a misa. Y entonces nos dejaban esa hora más.

- Pero qué trabajaban, ¿de lunes a domingo?
BASILIA: No. De lunes a viernes, pero es que lo sábados entonces también teníamos que ir a trabajar, que era cuando quitaron los sábados, que era de lunes a viernes. Pero antes los sábados también teníamos que ir a trabajar
GENOVEVA: Media jornada.
BASILIA: Sí, echábamos media jornada porque te dejaban la otra hora para que fueras el domingo a Misa.

- ¿Pero el domingo no tenías fiesta?
BASILIA: Nosotros, sí, sí, donde yo trabajé así era.

- Pero el domingo era un día festivo ¿no?
BASILIA: Pero el sábado te dejaban ese tiempo más, en vez de echar la jornada entera, echabas media jornada, para que descansaras para que el domingo por la mañana poder levantarte antes para ir a Misa.
ANA: A nosotros no.
BASILIA: Sí, nosotros sí, donde yo trabajaba, en Tequila Garriga, sí.
ANA: ¿En qué fábrica trabajabas?

- ¿La vida en la fábrica era diferente a las mujeres de los hombres? Porque había hombres trabajando en la fábrica, ¿no?
BASILIA: No, no pero era igual, no, no.

- ¿Qué cosas hacían los hombres? ¿A qué cosas se dedicaban los hombres y qué cosas hacían las mujeres?
BASILIA: Pues mira, los hombres, el contramaestre estaba a que si se te estropeaba un telar a apañarte el telar y habían los otros, que era cuando ya estaba la pieza de ropa ya para sacar del telar, entonces los otros hombres iban a llevártela, o si faltaba hilo para... para hacer la camillas. Los conos del hilo. Luego antes de acabar cada turno ellos limpiaban la fábrica, lo que era barrer.

- ¿Y el tema del sueldo cómo estaba? ¿Cómo se distribuía el sueldo?
BASILIA: Pues mira, pues no se diferenciaba mucho el hombre con la mujer ¿eh?

- ¿Qué quiere decir no se diferenciaba?
BASILIA: Que no ganaba tanto más mi marido que yo.

- ¿Pero cobraba más?
BASILIA: Un poco más cobraba, pero vaya que yo me ganaba mi buen sueldo. Porque yo ya desde un buen principio decía, lo que haga otra hago yo, y no estuve ni dos semanas para yo ponerme de tejedora, que era titular, como las que llevaban allí 10 ó 15 años. Porque me espabilé muy pronto, ¿eh?

- Y usted ha dicho que su marido estuvo en Francia un tiempo.
BASILIA: Sí, se iba cada temporada, a lo mejor se iba cada temporada y se estaba 2 meses. Que era el tiempo de la remolacha, iba a la viña y luego iba a la saca, que iba dos temporadas al año, que a lo mejor se estaba cada vez dos meses, y si era que se esperaba a la viña y a la saca pues entonces eran 7 meses. Entonces esa temporada que como ya mis padres ya estaban aquí, pues le digo yo a mi marido, ahora yo me voy, que era ya las vacaciones de los críos del colegio, ahora me voy a donde están mis padres, porque yo me vine aquí con la maleta.

- O sea, ¿Quería venir porque allí estaba sola?
BASILIA: Sí, estaba con mis hijos en casa, digo, me voy, cuando tú vengas de Francia te vienes para allí, y ya nos venimos para casa. Pero resulta que mi marido vino y mi hermano estaba de camionero, y entonces pues lo metió, a mi marido, de ayudante, bueno pues echamos el verano y nos vamos para la casa. Pues resulta que, hija mía, que echamos el verano, vino el invierno y que llevamos aquí 45 años, nos ha ido muy bien la verdad.

- ¿Y usted Ana? ¿Qué nos cuenta de la vida de la fábrica, del trabajo?
ANA: Nosotros trabajábamos en una fábrica como de familia, éramos una familia. Y en la fábrica trabajábamos muy bien.

- ¿Y había diferencias en la Ori de sueldos?
ANA: Bueno, había diferencia porque en la Ori era... allí éramos tejedoras y las tejedoras pues siempre ganaban más, era la diferencia, y luego a ver, el personal nos llevábamos todos muy bien, los amos también, cuando llegaban reyes, cuando llegaban navidades siempre nos obsequiaban con cosas, con los paquetes que te daban, pero nos daban buenos paquetes, nos daban un sobre a parte para que nos compráramos el pago, nos decía el dueño, que venia una vez al año el señor Carreras. El director era muy buena persona, lo que era una persona que le gustaba que le cumplieras, entonces pagaba y cuando no le cumplías también hablaba a la gente que no le cumplía, el director ¿comprendes? Es lo que digo, entonces la gente hoy... he vivido aquello y he vivido hoy y yo no es que quiera decir que es malo el dueño y malo no es, pero es que tiene que mirar por sus intereses, porque son los que nos dan a nosotras... todos no podemos ser ricos, y nos tenemos que conformar cada uno en nuestros puestos. Entonces si nosotros cumplimos con el dueño el dueño cumple con nosotros, pero los líos que hay ahora, eso no es, eso no es, y entonces echaremos el país a pique, ¿eh? y no voy a decir el dueño, los trabajadores somos peores. Porque nosotros hemos vivido con el bueno, con el medio bueno y con el que no es tan bueno y me quedo con el que no es tan bueno. Con el bueno, pobre, los trabajadores lo echaron a pique, a pique pobre hombre, porque era demasiado bueno. El otro, que vino después era el que era menos bueno, después, la fábrica la subió y nosotras contentas, porque ganamos, con aquel que subió la fábrica ganamos. Trabajábamos más pero nos pagaban bien, y ganábamos lo que nosotros queríamos ganar porque en nuestra casa teníamos nuestras cuentas y queríamos salir y de otra manera, pues no llegaba, pero entonces vino otro jefe que no era ni bueno ni malo, pero no servía, y como no sabía mandar, el director, se lo comían los trabajadores y la fábrica a cerrarla. ¿Con qué te quedas? No hija no, porque todos no somos ricos, los pobres si cumplimos y tenemos trabajo pues mira tenemos que estar contentos.

- ¿Y usted cómo combinaba el trabajo?
ANA: Pues muy bien, ya te digo que nosotras somos unas personas... muy bien, porque yo trabajaba de noche, a las seis llegaba a casa, claro, yo a las seis ya no me podía meter en cama, porque mis hijos tenían que ir al colegio, yo tenía el colegio entonces de las monjas, no sé si tú te acuerdas, si tú estabas ya aquí, porque yo conozco a tus padres, bueno a tus abuelos. (risas)
BASILIA: Ella nació en frente nuestro.
ANA: Yo vivía donde Lorca, claro yo cruzaba a las monjas a llevar a mis niños, luego pues jugaban un ratito, hacía la comida, me iba a por ellos, tampoco los vigilábamos tanto como ahora porque no había estos miedos, entonces podía ir a la fábrica de noche tranquila, ahora tendríamos que ir con la policía. Y entonces los... nos los traíamos, hacíamos la comida, les cosíamos la ropa, el sábado no trabajábamos, hasta qué hora terminando la ropa, quiero decir que nosotros nos hemos comprado sólo los zapatos, lo demás nos lo hacíamos todo. (Hablan a la vez Basilia y Genoveva)

- No hables que después me pierdo cosas.
ANA: Mira, yo hacía la cena, y me acostaba, cuando los niños venían del colegio yo me acostaba, tenía la cena hecha, mi marido les daba la cena a los niños, yo entraba a las diez de la noche a la fábrica y mi marido ya se encargaba, pues si yo estaba dormida le decía: “despiértame, que me tengo que ir a la fábrica” entonces yo me iba, y entre los dos... la convivencia era buena en el matrimonio, tenía que ser buena.

- ¿Quién hacía las cosas en casa?
ANA: Bueno, la mujer, eso sí. Los hombres entonces no...

- Bueno, igual eso era la buena convivencia...
ANA: Pero bueno, nosotros nos llevábamos bien porque eso era lo que habíamos vivido, ¿no? y nos respetábamos mucho.

- Basilia.
BASILIA: Sí, sí, en la convivencia, mi marido, hija mía, en la casa no es que no quiera, es que no sabe.
ANA: No... en algo me ayudaba mi marido, lo que no me ayudaba era a planchar como hacen los hombres hoy. Entonces los hombres... te iba a decir lo que se decía si los hombres hacían las cosas.

- ¿Qué decían?
ANA: Decían: como los hombres barran, pierden la “titola”.
BASILIA: Yo mi marido me ayuda si...
ANA: Los hombres son machistas.
BASILIA: Me ayuda si sale a comprar algo, pero en la casa no sabe, ahora, que es buenísimo, ¿eh? Que lo diga la Genoveva, que la verdad él conmigo no se mete y yo hago lo que quiero... y dicen que demasiado.

- Y las decisiones, entonces las decisiones en casa ¿quién las tomaba?. Bueno ahora hay que comprar tal cosa o bueno ahora vamos a tener un hijo, ¿quién decía esas cosas?
BASILIA: Pues los dos, hombre, entre los dos, eso ya es del matrimonio.

- No se habían encontrado nunca de decir, bueno, yo más hijos no quiero...
ANA: Eso, en mi caso, mi marido tenía más cuidado que yo y me decía muchas veces “¡por ti ahora estarías cargada de hijos ya!” (risas)

- Eso es importante, porque hubo un cambio, porque antes se tenían más hijos, cuando pasaron a vivir aquí seguramente se buscarían alguna estrategia para no tenerlos, ¿no?
ANA: Ay, pero una maceta llena de flores es muy bonita. ¿Eh? (risas) Y un matrimonio con pocos, yo con la pequeña mía, que tiene un hijo, a mí no me gusta, a mí no me gusta que se quede con una niña que tiene, a mí me gusta que tengan más, por todo, por la salud y por todo.

- ¿Hubiera querido tener más?
BASILIA: Yo con una nena me he quedado con las ganas, la verdad, pero me operaron que tenía 26 años, que me lo quitaron todo.

- ¿Y eso, que tenía alguna enfermedad?
BASILIA: Sí, porque tenía quistes.
ANA: ¿Tú estás casada?

- Sí.
ANA: ¿Y tienes cuántos?

- No, yo ninguno.
ANA: Sois demasiado egoístas...

- Aún puede salir algo ¿eh? Saldremos adelante.
ANA: Los jóvenes sois demasiado egoístas.
GENOVEVA: ¿Cuántos años hace que estás casada?

- Yo, cinco.
GENOVEVA: Mira si es gandula.

- Y usted Genoveva, ¿Qué me dice de los hijos?
GENOVEVA: ¡Ah! No, yo... nunca he querido tener muchos, me han venido por un descuido.

- ¿Y qué es lo que hacían para evitarlos?
GENOVEVA: ¡Ah, no!

- ¿Conocían los métodos anticonceptivos?
ANA: Con la marcha atrás, es lo que se hacía entonces y tan bien que iba y más saludable, porque yo esto cuando mis hijas toman pastillas, a mí no me gusta cuando toman pastillas, pero, a ver, es lo que hay hoy.
BASILIA: Pues yo, como darle el pecho... y no me quedaba en estado, y como le he dado el pecho, que han ido de la calle de jugar a chupar...
ANA: Pues yo tengo tres y los he traído cuando hemos querido los dos, hemos dicho, a por uno y no podíamos repetir, porque venía, ¿eh?, venía...

- ¿Entonces no ha habido información sobre métodos anticonceptivos? ¿Ni cuando han sido un poco mas mayores no se lo han planteado? Aquello que empiezas a tener 35, 40...
ANA: Yo creo que no nos llegó eso a nosotros, nosotros los medios y todo era...
GENOVEVA: Sí, sí y tanto, mira...
ANA: Bueno había aquello otro, pero las pastillas no.

- ¿Qué es lo otro?
BASILIA: Los globos.

- ¡Ah!, los preservativos.
GENOVEVA: ¿Sabes qué le pasó a una amiga de mi marido allí en el pueblo? Bueno eso lo hace la economía. Pues la mujer lo lavaba una vez para otra... y trajo otro y tenía tres y aquel que trajo cuatro y le dice a mi marido, sabes que la mujer... ¿y dice pero cómo?... pues lavando tanto se ve que se rompió y no nos dimos cuenta y ya está y pasó eso. Nosotros, no, nunca, mi marido tenia cuidado, y...
ANA: No, pero a mí me gusta tener hijos.
GENOVEVA: No, a mí no. Yo quiero pocos y bien avenidos.

- También la posibilidad de elegir, ¿no?
ANA: Bueno, porque es muy egoísta la vida hoy, la vida para los jóvenes. Queréis muchas cosas y nosotros nos conformábamos con lo que teníamos, entonces éste es el motivo también de no tener hijos, no los podemos tener porque no se puede cuidar, a ver, porque se tiene que ir a trabajar. Quien mande quien sea cuando las madres, cuando tienen un hijo, darles un tiempo, no tres meses que nos daban a nosotras después de tener el niño, tres meses, a mi me dieron tres meses, yo cogí tres meses ya cuando tuve mis hijos, tres meses porque te daban mes y medio antes y mes y medio después y yo estaba con el bombo allí hasta tener el crío y cogí tres meses, claro.
GENOVEVA: No... pero cuando Juan Pedro, no.
ANA: Bueno, cuando Juan Pedro no me acuerdo.

- Bueno, eso es bastante, porque ahora sólo son 4 semanas.
ANA: Yo, cuando Juan Pedro no me acuerdo, pero cuando la Marta, que era la última, tres meses, los cogí después, yo los cogí después para tenerlos todos y estuve hasta última hora allí en la fábrica mientras me encontraba bien porque eso, si me encontraba bien, y los cogí después para estar con ellos, pero que eso era una pena de hacer lo que hacía mi hermana, eso no es vivir, de que se tenían que cambiar el niño a mitad camino, eso no es buscarlo para tener mejor vida, eso no es, vaya yo creo que eso no es. Y yo creo que la mujer cuando tiene hijos tendrían que darle... o al marido decirle... o vamos a darle un poco más al marido ahora que la mujer está en el paro, a darle un poco para que la mujer críe al hijo, si tiene dos añitos hasta que llegue a la guardería, que entonces nosotros no teníamos guardería.

- Bueno, no lo que pasa es que el tiempo ha cambiado y la responsabilidad no es sólo de la mujer, es de los dos.
ANA: Bueno, sí.
GENOVEVA: Ana, entonces no había la facilidad que...
ANA: No había guardería, no había cosas.
GENOVEVA: Y además, entonces estabas 3 semanas antes y 3 semanas después. Yo cuando... el sábado llegué y el lunes lo tuve... pues ya me sirvieron las 6 semanas.

- Bueno 6 semanas es bastante, ahora no hay 6 semanas.
ANA: Tenías más ayudas en la fábrica, tenías, unos puntos te daban por los hijos, después tenías unos puntos que eran por el matrimonio, ahora todo esto no existe, que tampoco era tan mal, tan mal, tan mal... lo malo es que, a ver, siempre queríamos alcanzar, porque yo también me podía haber amoldado al sueldo de mi marido y me había quedado en casa con mis hijos pero yo también quería avanzar, entonces me tuve que ir a trabajar, pero bueno, ya trabajaba de noche, ya era yo la que me sacrificaba, yo pero no sacrificar a mis hijos, que no estuvieran con una llave puesta, los pobres siempre de colgante aquí, éramos nosotras las que nos sacrificábamos, las madres que somos las que nos sacrificábamos, que para eso los traemos pero no los niños, y los niños los criamos con nosotros y ahora pobrecitos nacen y a la guardería, hasta las 11 de la noche no vienen los padres. Oye eso para mí no es criar, los hijos tienen que estar con sus padres a criarlos desde pequeños, en la adolescencia luego también.

- Por eso muchas parejas lo que hacen es decidir no tener hijos.
ANA: Se acabaría el mundo.

- Ya pero claro, si no puedes tenerlos bien, a veces.
ANA: Bueno, pero eso para mí es egoísmo, eso es egoísmo, claro que es egoísmo.

- No sé, pero para no tenerlos bien, es una opción de vida, depende.
ANA: Bueno, pero yo, para mí es egoísmo, porque puedes trabajar de la misma manera que nosotros trabajábamos, sin sacrificar a tus hijos y sin quitarte tú una hora de estar disfrutando con ellos, porque mientras los tienes en la guardería y tú estas trabajando... mira, ahora mi nuera está cuidando unas niñas, estas niñas ahora que no tiene colegio las llevan a Figaró o a Aiguafreda, a un casal, a las dos el casal no sé si lo cierran, no me he enterado...

- Nos estamos yendo de...
ANA: Y ahora los cuida mi nuera hasta las cinco que viene su madre, ¿tú te crees? Pobrecitas... no, no.

- Bueno, yo creo que más o menos ha salido lo del viaje, lo de la casa, un poco, no sé si...
BASILIA: Pues mira yo no he tenido el problema, porque cuando nos vinimos aquí el pequeño tenía 5 años y allí no trabajaba, pues podía estar con mi hijo.

- ¿Cómo, cómo?
BASILIA: En el pueblo yo no trabajaba.
ANA: ¿Y tú a que edad te pusiste a trabajar? ¿Cuando tenías el pequeño qué edad tenía?
BASILIA: Yo me vine aquí con 29 años.
ANA: No, el niño tenía 5 años cuando tú te pusiste a trabajar aquí, ¿qué edad tenia ese niño?
BASILIA: Pues ya con 6 años me puse a trabajar.
ANA: ¡Ah! Como estas diciendo...
BASILIA: Te digo cuando lo tuve de pequeño, de pequeño, como suponemos que lo tienes que llevar a la guardería.
ANA: Claro, entonces con 5 años ya iban más al colegio.
BASILIA: No, claro, cuando yo ya me puse a trabajar mis hijos ya iban al colegio, te digo de pequeño, yo trabajaba de noche, yo de día estaba para cuando mis hijos iban al colegio, para cuando la comida, cuando iban por la tarde hasta la noche que yo entraba a las 9:30 de la noche, que ya me los había dejado cenados, o sea que yo estaba con mi hijo, me sacrificaba yo.
ANA: Bueno sí, lo que hemos dicho, el trabajar de noche, que ahora creo que esto ya no existe, que los turnos de noche ya no existen, ya los han quitado.

- No, no los han quitado.
ANA: ¿No?

- Habrá de todo, ¿no?
ANA: Bueno, yo lo de la fábrica ya...

- Bueno, no sé si me dejo alguna cosa, porque ahora estoy súper espesa. La última parte sí que me gustaría que habláramos un poco de los cambios políticos que recordáis vosotras de la época que se murió Franco, recordáis las cosas de la televisión, ¿os suena algo aquí en la Garriga?
ANA: Yo creo que cada uno... cada época ha tenido lo suyo bueno y lo suyo malo.

- ¿Pero os acordáis de que haya sido una época especialmente movida? Cuando murió Franco, ¿qué recordáis?
ANA: A ver, el cambio que hubo, ¿no?
GENOVEVA: Cuando murió Franco cuando se puso...
ANA: Ya empezaron a cerrar la fábrica.

- Pero a nivel del día a día vuestro... ¿notásteis algo? ¿Teníais más libertad?
ANA: No, para mí teníamos la misma libertad que ahora.
GENOVEVA: Más libertad en maldad.
ANA: Nosotras íbamos a trabajar de noche tranquilas.
GENOVEVA: Yo salía a las 4.30 de la mañana, vivía entonces del cruce para abajo.
ANA: Donde está el Catalonia vivía.
GENOVEVA: Y venía aquí, un poco más abajo de la Sari, que era donde estaba la Ori, cuando ya había tenido al Mario y no me daba miedo. Me ponía a trabajar a las 5 y no me daba miedo. Yo, un día, a la señora que iba con la Comere, a otra fábrica que era de altura, que estaba en la casa... veía a los serenos, a la guardia civil... buen día, buen día, nadie se metía contigo... Y ahora, a las 9 de la noche, si tengo que bajar la basura, digo: mañana ya bajaré.
ANA: Eso es mucho la inseguridad que tenemos ahora y la justicia, ahora, tampoco ahora hay justicia.

- Eso es mucho el cambio, entonces había más seguridad, ahora te hace miedo.
BASILIA: Antes salías de la fábrica, los viernes que te daban el sobre, que cobrabas los viernes.
GENOVEVA: No te daba miedo...
BASILIA: Porque yo trabajaba aquí en la Garriga en la calle esa de José María, por detrás de la Forcada, donde está ése de los camiones, bueno pues eso era donde trabajaba yo, donde estaba la fábrica de tejidos, era todo aquello campo, iba por allí, por el caminillo a las 5:30 de la mañana, que en invierno era más noche que un cerrojo, no te daba miedo ninguno e ibas tan tranquila con tu sobre, ¿eh?... y ahora ni en medio del da... mira a María, abriendo la puerta de entrada le dieron el tirón al bolso y se lo quitaron.
GENOVEVA: La suegra de la María.
BASILIA: ¡Hombre! A la suegra de María la Parra, hombre si ahora no vas tranquila.
ANA: Más inseguridad.
BASILIA: Vas a cobrar y tienes que ir mirando que no se acerque nadie por la calle mayor, por miedo a que te den el tirón.
ANA: Bueno es que uno no espera que se acerque, viene uno con buena fe a preguntarte algo y no le atiendes y el pobre viene con buena fe pero no lo atiendes por el miedo.

- Bueno, es un cambio. Bueno, no sé si queréis añadir algo más. Yo creo que más o menos ya tengo un poquito recogido, miraré todo lo que hemos recogido, lo que hemos hablado, si faltara alguna cosa os volvería a llamar, ¿vale? Pues ya está.
ANA:... como nos hemos entendido siempre, y ahora ya no entendemos porque cada uno... y ya está, es lo que hay ahora, bueno mira, uno no se mete con nadie para que nadie se meta...
GENOVEVA: Bueno, pero a veces...
ANA: Oye, un día había aquí un chico cogiendo un autobús que estaba aquí en Santa Digna en la parada de autobús, y dale que te pego, dale que te pego y mi marido le dice: “niño, deja eso suelto” niño no, que era un mozarrón...

- Está complicado.
ANA: Creo que debería haber un poco más de orden que no hay.
BASILIA: Demasiada democracia, pues sí, sí, que deberían estar las leyes más estrechas, pero bueno mira.